UNA SERIE MUNDIAL QUE
SE VA POR UN SOLO LADO ES MUY FASTIDIOSA.
Los Tigres de Detroit tienen que ponerse las pilas.
Si la postura corporal habla, las palabras de Miguel Cabrera
y Prince Fielder en el tercer juego de la Serie Mundial y primero en Detroit,
lo dijeron todo en un paneo de las cámaras de televisión.
Miggy,
como lo llaman aquí, tenía una cara de pocos amigos y las manos en la cintura;
Fielder miraba al piso con desdén, como buscando el gusanito que se le perdió a
su mascota favorita. ¿Qué pasó para que se pusieran así? Gregor Blanco había
dado un triple para empujar la primera carrera y después anotó la segunda con
un hit de Crawford; parece mentira que allí se acabo el juego.
Bueno,
no, exagero. El juego se terminó en el quinto inning, cuando Quintin Berry se
ponchó ignominiosamente (después se volvería a ponchar frente al ahora
relevista Lincecum) y vino a batear el hombre de la Triple Corona, el MVP, el
que tiene que ser el jugador mas valioso de esta temporada en la Liga
Americana, Miguel Cabrera, ex Marlin, y la esperanza de los Tigres de Detroit.
Todo el
mundo, y cuando digo todo el mundo, es todo el mundo, se empeñó en decir que
ese turno era el más importante del juego; y hasta de la Serie Mundial. Los
twitters volaban indicando que si Cabrera no bateaba, hasta allí llegaba la
cosa.
El ponche de Berry no fue sino un out más, el peso del inning se montaba
sobre Cabrera. Y es así, tiene que ser, se trata del jugador más importante de
la franquicia, más que Fielder, más que Verlander, más que ninguno.
Las
estadísticas dicen que un bateador que da hit en 3 de cada 10 turnos es bueno,
y menos que eso es regular o malo. Cabrera está entre los buenos. Sólo que en
esta serie, Cabrera está por debajo de su nivel de costumbre, anda en 220 y
cuando le ha dado duro, se han atravesado tremendas jugadas, una de Gregor
Blanco, venezolano y otra de Pablo Sandoval, también venezolano; los
compatriotas se están atravesando en el camino de Detroit.
Y
Miguel falló con un elevadito al cuadro que desinfló a los jugadores, a los
fanáticos y a toda la gente de Detroit. Pero, al mismo tiempo, ese flycito, infló
a los inspirados Gigantes, que con cuatro carreritas, dos en cada juego, han
ganado los dos últimos partidos de la Serie.
Habrá
que decirle a alguien en Detroit que se ponga como Hunter Pence y que les de
una arenga a los jugadores en el vestidor, que les levante el ánimo, que les
grite, que los motive, porque si no se ven ganas allí, van directo a perder.
Y para
los que queremos ver Béisbol, una serie así, que se va por un solo lado es muy
pero muy fastidiosa. Esa es mi opinión y si usted está o no de acuerdo,
igualito sigo pensando que quiero más energía de los Tigres, porque quiero que
haya más béisbol.
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